Mensaje de comprensión y ánimo a la Familia en la Celebración de 2006, 1ª parte

Maria
January 14, 2006

BN 1157 DF/MM/MC / FIESTA 2006 DIC. 2005

Carta de MaríaDF/MM/MC 3571 X-2005

1. Saludos a todos. ¡Estoy contentísima con esta oportunidad de conversar así con ustedes! Seguramente les parecerá demasiado personal pero, ¿saben una cosa? Cada vez que preparo una BN —cosa que hago bastante seguido, por si no se habían percatado— para mí es algo muy personal, porque al hacerlo me imagino cada Hogar y le hablo a cada uno.

2. Pero claro, entiendo que lo que estoy haciendo ahora les parezca una manera particularmente personal de dirigirme a ustedes‚ ya que pueden escucharme. Tal vez por eso les parezca más personal que de costumbre. Así que, por el bien de ustedes, me alegra poder darle a la charla este toque tan personal.

3. Si de mí dependiera, le daría un toque mucho más personal: lo que en realidad me gustaría es poder sentarme junto a cada uno, en su Hogar, y conversar tomados de la mano o abrazados. Sería de lo más lindo, ¿no? Lo malo es que para que eso se dé, tendremos seguramente que esperar hasta llegar al Cielo. ¡Es una de las muchas maravillas que podemos esperar con ilusión!

4. Por ahora, quizás puedan hacer algo por mí: como no me es posible sentarme junto a cada uno ni acariciarlos ni darles un buen abrazo, ¿qué les parece si se acercan más y se sientan un poco más juntos? Acurrúquense un poco‚ o acérquense lo bastante para tomarse de la mano‚ o pasarse el brazo por encima, o ponerle la mano sobre la rodilla a quien tengan a su lado; acariciarle el pelo, quizás… que se cree un ambiente de cariño, de tierna convivencia, mientras escuchan la charla que les voy a dirigir.

5. Tengo la sensación de que va a ser un poquito larga, así que por favor, pónganse cómodos. Lo suficientemente cómodos para disfrutarla. Si no fuera larga, no sería una de mis charlas, no sería Mamá la que habla. De modo que es inevitable que sea larga. Es que no sé hacer nada en poco tiempo. Supongo que ya se habrán dado cuenta a estas alturas, y tal vez muchos refunfuñen un poco cuando les llegan las BN… La verdad es que los comprendo. Pero les doy sinceramente las gracias por leerlas a pesar de todo, por estudiarlas, por aceptar todas las Palabras del Señor, asimilarlas y ponerlas en práctica.

6. Si en algo me parezco a Papá es en que hablo mucho. En otras cosas, la verdad es que no me parezco a él, y como habrán notado en lo que va de esta charla, no soy muy elocuente que digamos; no hablo con mucha soltura. Bastaba con que Papá abriera la boca para que inmediatamente salieran a raudales bellísimas palabras de inspiración y ánimo, con una ilación tan impecable que se sabía que procedían directamente del Cielo. En eso notarán una pequeña diferencia. Seguramente percibirán el espíritu, pero cuando les hable tendrán que esforzarse por ver más allá de mi estilo.

7. Pues sí, muchas veces Papá era de lo más grandilocuente, y podría decirse que no tenía la menor dificultad para expresarse; todo lo contrario que yo. A mí me cuesta organizar mis ideas, no tengo tanta facilidad de palabra, e incluso a veces tartamudeo un poco buscando las palabras adecuadas y me quedo trabada o se me olvida lo que quería decir. Por esa razón‚ tal vez nos tome un buen rato: porque no me es posible transmitir lo que quiero con la soltura o rapidez con que lo haría Papá, si le hubiera tocado a él darles la charla.

8. Claro que a Papá ya lo han oído bastante, lo han visto en video y han escuchado sus cintas, así que espero no les importe que esta vez hable yo. Aunque sea un poco lento y menos espectacular y aparatoso, si se quedan quietecitos y procuran concentrarse, creo que el Señor les transmitirá unas cuantas cosas que los dejarán muy satisfechos.

9. Y espero que no sea aburrido. Voy a hacer lo posible para que no se ponga aburrido, aunque me parece que eso depende en gran medida de ustedes y de la medida en que deseen recibir las Palabras del Señor, de cuánto quieran sentir Su Espíritu. Porque eso sí, no esperen que me ponga a dar saltos sobre el escritorio ni los despabile levantando el tono cada vez que uno se me quede dormido, como tal vez lo hubiera hecho Papá. Me temo que van a tener que despabilarse los unos a los otros si empiezan a adormecerse.

10. En fin, no me molesta que se queden dormidos‚ porque sé que todos han trabajado mucho y estoy segura de que deben estar bastante cansados, y además, esto de no contar con ayudas visuales para mantenerse atentos, sino solo el audio, dificulta aún más las cosas, y lo entiendo. Pero de todas maneras les pido que se esfuercen por concentrarse y prestar atención a las palabras, y que le pidan al Señor que les ayude a mantenerse despabilados.

11. Otra cosa que quiero comentarles es que a diferencia de Papá, cuando yo dicto una charla por lo general me preparo bastante de antemano. O al menos creo que lo hago. Tal vez llegue el día en que ya no me sea posible y no me prepare como acostumbro, y no me cabe duda de que el Señor igual se manifestará. Pero normalmente hago todo lo que puedo con antelación para no olvidarme de lo que quiero decirles; tengo a la mano unos apuntes‚ o dicto toda la charla e incluyo en ella lo principal que quiera decirles —al menos los puntos más importantes—, como ahora. Seguramente se me ocurrirán otras cosas mientras les hablo, en cuyo caso tendré que improvisar. Pero la base o los puntos principales que les voy a transmitir ya los tengo aquí en papel, mecanografiados. No quiero decir que yo misma los haya mecanografiado, sino mis queridas secretarias, y lo más probable es que durante la charla me refiera más que nada al texto y lo lea directamente.

12. Les comento que voy a leer, al menos algunas partes, para que no se distraigan durante la charla, preguntándose: «¿Estará leyendo o no?» Más bien, querría que se concentraran en lo que digo‚ que lo escuchen, y de ser posible no se distraigan con nada. Y por eso quería explicarles esto‚ porque como no me ven, me pareció mejor aclarar o explicar que voy a leer la mayor parte del tiempo‚ y también improvisar de tanto en tanto. Creo que de esta manera me es más fácil. Al menos por esta vez eso es lo que me ha indicado el Señor: que prepare de antemano lo más posible lo que les quiero decir.

13. Lo digo por si a alguno se le llega a cruzar por la cabeza que debería sencillamente abrir la boca y confiar en que el Señor la llenará, como ha prometido. O quizás piensen que debería improvisar de modo que la charla tenga un tono más familiar, menos almidonado, y sea así más interesante. ¡Pues en lugar de considerarlo desde esa perspectiva, les ruego que lo vean como el milagro que es, que sea capaz de utilizar la vista para leerles este mensaje! Véanlo como la respuesta a las muchas oraciones que vienen haciendo por mis ojos hace tanto tiempo.

14. Para mí es un tremendo milagro poder leer cualquier cosa. Normalmente no leo nada‚ porque los ojos se me irritan con frecuencia, y las pocas veces que leo, es todo un milagro que pueda hacerlo sin sufrir después unas jaquecas espantosas o quedar prácticamente ciega, al punto de que por un tiempo no puedo ni abrir los ojos. Les leo esto confiando en que el Señor me ayudará solo por obedecer lo que me pidió, y por eso he decidido emplear la vista esta vez. Confío en que Él hará el milagro necesario.

15. Ahora bien, cuando el Señor les pide que hagan algo que les cuesta mucho y piensan que va a ser demasiado difícil o que no serán capaces de hacerlo, o consideran que no tienen la capacidad física, mental o psicológica, o los talentos y habilidades espirituales que hacen falta, recuerden que si quien les pide que se lancen es el Señor‚ Él mismo lo hará posible. De modo que tendrán que lanzarse por fe, hacerlo y punto. Tendrán que aventurarse, arriesgarse y ver cómo se las arregla Dios para salirles al paso. Que será ni más ni menos lo que haga yo a medida que les lea este texto. Más temprano tuve que leer otro —ya tendrán oportunidad de escucharlo también— y el Señor me ayudó, así que no me cabe duda de que puede hacerlo otra vez.

16. ¿Recuerdan aquel video de advertencia que vieron algunos de ustedes, el que hice para la Familia de Brasil, en que leí un montón de profecías? Si mal no recuerdo, me tomó varias horas. Y siempre hago referencia a esa filmación como una experiencia en la que puedo basarme, porque para prepararme me tocó leer varios fragmentos, cosa que requirió emplear bastante la vista, incluso antes de leer las profecías en cámara. Anduve con los ojos irritados y muy doloridos durante varios días antes de la filmación, y luego tuve que leerlo todo frente a cámaras, con todas las luces y el esfuerzo que supuso para mi vista mantener los ojos enfocados en la pantalla. Fue una prueba tremenda.

17. Pero lo hice, y al día siguiente no sabía qué esperarme. ¡No sabía si al despertar podría abrir los ojos siquiera, o si no podría volver a usarlos nunca más‚ si me quedaría ciega para siempre o qué! Sin embargo, para mi total sorpresa, al día siguiente no me dolían los ojos ni una pizca más que el anterior, antes de que comenzaran las grabaciones. Supongo que soy la más indicada para declarar que fue un milagro monumental.

18. Y también sé que se debió en buena parte a las oraciones tan fervientes que hacen por mí desde hace mucho. No dejan de rogar por mí, han persistido, y el Señor me ha seguido mejorando la vista. La empleo mucho más seguido de lo que podía antes. Me siguen doliendo bastante los ojos la mayor parte del tiempo, pero hay veces en que el Señor necesita que los use para algo en particular, y me da las fuerzas para hacerlo. También hay ocasiones en que justo cuando tengo que salir de viaje o algo por el estilo no me duelen casi nada. Así es; ha habido varias ocasiones en que el Señor me ha sanado de una manera lo que se dice maravillosa. Por ello, ¡alabo Su maravilloso nombre! Las oraciones de ustedes por mí surten efecto, y vale la pena que sigan orando. No se imaginan lo agradecida que les estoy tanto a ustedes como a nuestro magnífico Jesús.

19. A continuación quiero presentarles el tema de la charla. Voy a dirigirles unas palabras de ánimo, porque es lo que más me gusta hacer: alentarlos. No voy a recriminarlos ni a llamarles la atención‚ porque la verdad es que se han portado de maravilla y están haciendo muy bien su trabajo, de modo que lo único que les puedo transmitir son las felicitaciones y el ánimo que merecen.

20. Estos días de Celebración serán mayormente para darles ánimo, y como verán, el Señor también les transmitirá aliento. Pero en esta charla en particular, quiero sumarle a todo ese ánimo, y darles aún más. Y para ello‚ se me ocurrió enumerar algunas de las batallas o dificultades que han enfrentado en estos últimos meses, y dirigirles unas palabras de aliento con relación a cada una de esas pruebas que mencionaré.

21. La verdad es que cada uno de nosotros ha pasado batallas grandes en estos últimos meses, y el año del fortalecimiento se nos ha hecho difícil a todos. Pero el Señor se ha ocupado de que cada uno pase por ciertas pruebas a fin de darle oportunidad de fortalecerse de modo particular. Es posible que se encuentren aún en plena batalla‚ o cansados‚ y se pregunten qué objeto tendrán tantas pruebas. Vienen atravesando prueba tras prueba, y no paran, ¡al punto de que se preguntan cuándo va a terminar todo esto!

22. Sea lo que sea que esté pasando en sus vidas, mis amores, el Señor quiere que sepan que los ama, vela por ustedes y todo está en Sus manos. Que no hará nada para lastimarlos a propósito. Todo lo que haga será por su bien. Y aunque en este momento no lo entiendan, ya lo entenderán más adelante. ¿Lo creen?

23. Peter y yo hemos escuchado sus penas y todo lo que nos cuentan en sus cartas sobre lo mucho que han sufrido. Hemos llorado con ustedes e intercedido por ustedes ante el trono de Jesús. Enviamos legiones de ángeles y soldados de la oración como refuerzos para quienes se encontraban en el fragor de la batalla. Recurrimos a las llaves y solicitamos la intervención inmediata de nuestro Amado, que nos dijo que las llaves del Reino se crearon justamente para asistir a Sus esposas que cumplen Su voluntad, y que podemos invocarlas en toda necesidad y problema que afronten nuestros seres queridos, con la absoluta certeza de que responderá.

24. Tal vez últimamente hayas sufrido un desengaño amoroso, que te haya lastimado y destrozado, dejándote una sensación de inseguridad y soledad y de no ser agradable a los demás. Pero no olvides que cuentas con el infaltable amor de Jesús, que te acompañará aun en los momentos más sombríos. Él puede ayudarte a encontrar amor verdadero y recuperar la fe en el amor. No te dejará para siempre con el corazón partido; y aunque se te haya roto en mil pedazos, puede ayudarte a reunir hasta el último, recomponerlo y hacer de tu vida algo hermoso.

25. Nuestro Esposo lo comprende todo. Aunque nadie más entienda lo que estás sufriendo‚ Él sí lo entiende. Aunque tome tiempo sanar tu dolor, tarde o temprano sanará, porque ha prometido: «Sanaré tu corazón partido si me lo das e invocas las llaves».

26. Si sufres porque alguien de quien te habías enamorado se mudó o tal vez haya decidido abandonar la Familia‚ o quizás se haya ido al Cielo y lo extrañas; o si uno de tus hijos o amigos más cercanos atraviesa batallas intensas y te preocupas por ello, recuerda que nuestro Amado quiere consolarnos en cada prueba que experimentamos aquí en la Tierra. Se compadece de nuestras debilidades y nos comprende bien. Aliviará tus cargas. Calmará tu dolor. Responderá a tus oraciones. Pronto volverás a ver salir el sol, así que no abandones ni pierdas las esperanzas. Al contrario, convérsalo con tu Mejor Amigo y deja que te transmita el consuelo que tanto te hace falta.

27. Muchos se sienten sobrecargados de trabajo; sienten que sencillamente no podrán aguantar el ritmo que llevan‚ con tanta presión. Si sientes agotamiento espiritual, físico, mental, o las tres cosas, recuerda lo que prometió Jesús: «Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar».

28. El Señor sabe que cada uno lleva una pesada carga para cumplir con Su voluntad. Él sabe que nos exige bastante, y Peter y yo también somos conscientes de ello. Sabemos que casi todos están sintiendo en estos momentos el peso de la responsabilidad. Varios de ustedes nos han contado que no saben cómo van a hacer para salir adelante. Y no se trata del sentir aislado de un puñado de personas que experimentan simplemente el estrés de la batalla‚ sino que muchos se preguntan si es posible cumplir la voluntad de Dios y los muchos requisitos que exige a la Familia.

29. Peter y yo los animamos diciéndoles que no solo estamos convencidos de que lo que ha dicho el Señor es verdad —que cumplirá Sus promesas en nosotros—, sino que nosotros también hemos experimentado la misma sensación de agobio: «¡Uf, hay tanto que hacer! ¿Cómo se las va a arreglar la Familia para salir adelante cuando ni siquiera nosotros estamos del todo seguros de si vamos a lograrlo? ¿Cómo vamos a pretender que la Familia forme equipos ganadores, cumpla los criterios que le impone cada junta, apaciente a sus ovejas, eduque a sus hijos, brinde una formación adecuada a sus jett y adolescentes, se prepare para la persecución‚ arme una buena obra local, adopte un estilo totalmente nuevo de pastoreo para sus Hogares y tantas otras cosas más?»

30. Peter y yo hemos dedicado innumerables horas a debatir, orar y consultar con nuestro Esposo respecto a estas nuevas iniciativas Suyas, porque somos conscientes de que es mucho pedir. Sabemos que muchos consideran que se les exige al límite de sus posibilidades y no quisiéramos pedirles ni una pizca más de lo que sea la voluntad de Dios.

31. A menudo —mejor dicho‚ muy a menudo—‚ a Peter y a mí nos sorprende lo mucho que hace por Jesús nuestra preciada Familia. No solo nos sorprende lo que están dispuestos a hacer‚ sino lo que de hecho hacen por Él. No se limitan a hacer planes‚ sino que se lanzan por fe a hacer Su voluntad a pesar de los obstáculos que afrontan y lo ineptos que se sienten. ¡Con razón nuestro Esposo tiene tanta fe en ustedes!: es que sabe que le profesan un amor tan profundo que están dispuestos a hacer lo que sea necesario para cumplir Su voluntad. No se imaginan lo orgullosos que estamos de ustedes y lo endeudados que nos sentimos con cada uno, ya que no podríamos hacer nuestra labor sin unos compañeros de armas como ustedes.

32. No les quepa duda de que si bien no desempeñamos el mismo trabajo que ustedes, cada día que pasa nos entregamos al máximo para facilitarles lo más posible su labor. Como ustedes se entregan de lleno al Señor, nosotros también consideramos un honor entregar nuestra vida a Su servicio y el de ustedes.

33. Si creen que podríamos hacer algo más para ayudarlos, les rogamos que nos escriban. Si se les ocurren ideas o el Señor les indica algo que piensan que puede llegar a mejorar nuestros métodos, no vacilen en decírnoslo a nosotros‚ o a sus pastores‚ para que ellos nos lo transmitan. Haremos todo lo que podamos por nuestros queridos compañeros y amigos para ayudarlos a llevar fruto y sentirse realizados y felices.

34. Pedimos al Señor que no les falte salud, ni la física ni la espiritual, y estamos seguros de que así será a medida que acuden a Él para encontrar la mejor manera de actuar. Y aunque es cierto que Jesús está exigiendo bastante a cada uno, no descuiden sus necesidades físicas: me refiero a que no dejen de descansar y entretenerse. Les parecerá imposible hacerlo todo, y sin duda lo es, pero precisamente por eso tienen que preguntarle a nuestro Esposo qué hacer y qué dejar para más adelante.

35. Si la carga se les vuelve demasiado pesada, háblenlo con Jesús y pídanle la solución. Él les revelará qué deben hacer para encontrar el ritmo adecuado. Les dirá si les hace falta parar un rato a orar, o a leer Su Palabra, o tal vez a meditar o sencillamente descansar un rato del trabajo y disfrutar de la vida, de su familia y sus seres queridos.

36. Queremos hacer de la Familia lo mejor que pueda haber, y si bien parte de ello supone un esfuerzo monumental por parte de cada uno, tampoco queremos que la labor tan importante que nos ha encomendado el Señor haga que a alguno le dé una crisis nerviosa. Por eso, pídanle que les ayude a equilibrar su vida.

37. Peter y yo tenemos que pedir constantemente al Señor que nos ayude a dar con un buen equilibrio en el trabajo, porque nosotros también tenemos siempre mucho que hacer, y luego debemos obedecer lo que nos indica. A veces nos dice que sigamos trabajando, por muy cansados que estemos y aunque sintamos que nos faltan las fuerzas. Nos promete la fortaleza y el ungimiento para terminar la tarea y nos dice que una vez que la terminemos debemos tomarnos un descanso. Otras veces, nuestro Amado nos dice que es mejor que paremos el trabajo y descansemos, que lo suspendamos momentáneamente porque la fortaleza física es más importante que el trabajo, y así, cuando lo retomemos, podremos desempeñarnos mejor todavía, al estar ya más despejados.

38. Oramos para que el Señor les dé la fe para preguntarle cómo deben manejar su carga de trabajo, y la fe para obedecer lo que les indique. Él nos dijo: «Quiero simplificarles la tarea. Quiero darles soluciones prácticas. Lo haré mediante las llaves de la claridad.» Pueden exigir a nuestro Esposo que cumpla Su Palabra y pedirle que les dé las soluciones simples y prácticas que les facilitarán el trabajo y les darán paz y felicidad mientras lo sirven. Y recuerden que lo que nos está pidiendo el Señor no es para siempre. El trabajo que tienen por delante, relacionado con la reestructuración y el fortalecimiento‚ concluirá tarde o temprano y obtendrán las recompensas de sus esfuerzos.

39. Tal vez estén desanimados por los esfuerzos que hacen en su servicio al Señor y los pocos frutos que ven en comparación, o desanimados porque les parece que no están haciendo suficientes progresos espirituales, que no están avanzando con la rapidez que desearían. En momentos así, pueden tener la certeza de que el Señor está ayudándoles a aumentar su resistencia, y de que si perseveran pacientemente y hacen la voluntad de Él les pagará lo prometido.

40. Puede que batallen en sus relaciones con otros miembros del Hogar, o que a su Hogar le esté costando trabajar en unidad. Si se les está haciendo difícil acostumbrarse a trabajar unidos como un equipo triunfador, si a cada rato surgen diferencias de opinión, o en cuanto a normativa; dificultades para definir sus metas‚ ¡no se cansen de perseguir la unidad! Recuerden que los equipos ganadores no nacen, se hacen.

41. Quizás el Hogar en el vivían tuvo que mudarse o lo reclasificaron, y debido a ello o a otras circunstancias se sientan desamparados, sin saber a qué equipo integrarse. O tal vez hayan acabado en una situación temporal que se les hace interminable‚ o simplemente no encuentren el Hogar que buscan. No pierdan las esperanzas‚ mis amores, porque Jesús les está preparando un lugar, y no me refiero solo a una mansión en el Cielo, sino a un lugar de servicio aquí y ahora, donde puedan llevar fruto.

42. Tampoco olviden que Dios no se equivoca, y que si ha estimado conveniente ponerlos en el Hogar en que están o con las personas que les han tocado en particular, es porque quiere que se esfuercen al máximo. Nuestro Esposo siempre hace lo que más nos conviene, y si ustedes también ponen de su parte y se esfuerzan por ser buenos jugadores y trabajar en unidad con los compañeros de equipo que les dio, aunque en lo personal no les agrade la situación, quién sabe si descubrirán que están donde deben; que el sitio en que se encuentran ahora es el mejor para ustedes, donde podrán ser más útiles y sentirse más inspirados y realizados. No digo que siempre sea así, pero les aconsejo que no abandonen un Hogar solo porque no les gusten algunas cosas, no vaya a ser que acaben por no cumplir la voluntad del Señor.

43. Los grandes hombres y mujeres de Dios no trataban de servirle donde mejor les acomodaba; buscaban dónde ser más útiles a los demás. Averiguaban qué hacía falta y se sentían honrados de cubrir esa plaza. Eran visionarios que creían que era posible dejar huella en el mundo, y se propusieron hacerlo, cosa que muchos lograron porque no se dieron por vencidos.

44. Les voy a leer algo que describe el carácter del visionario. Ustedes también podrán serlo si quieren y si se proponen luchar por alcanzarlo, ¿de acuerdo?

Las personas son irracionales, ilógicas y egocéntricas. Ámalas de todos modos.

Si haces el bien, te acusarán de tener oscuros motivos egoístas; haz el bien de todos modos.

Si tienes éxito, te rodearás de amigos falsos y enemigos verdaderos. Persigue y alcanza el éxito de todos modos.

La sinceridad y la franqueza hacen vulnerable. Sé sincero y franco de todos modos.

El bien que hagas hoy lo olvidarán mañana. Haz el bien de todos modos.

A las personas más grandes con las ideas más luminosas las pueden derribar personas de mente cerrada. Piensa en grande de todos modos.

Muchos favorecen a los desvalidos pero solo siguen a los triunfadores. Lucha por los desvalidos de todos modos.

Lo que has tardado años en construir puede quedar destruido de la noche a la mañana. Construye de todos modos.

El secreto de la grandeza, el camino del éxito, es hacer el bien de todos modos contra viento y marea y aun contra lo que nos dicten los sentimientos.

45. Es posible que tengas una familia muy numerosa, y veas que aunque tus hijos son una bendición de Dios y una recompensa, tal vez otros no lo consideren así. Puede que la situación de tu Hogar no sea exactamente lo que te gustaría, o que no cuentes con toda la ayuda y el apoyo que quisieras para poder atender debidamente a tus hijos. Jesús conoce bien y aprecia el inapreciable valor de cada pequeño, y también valora la fe que manifiestas al traer a cada uno a este mundo. Él velará por los Suyos y no los abandonará, ni a ti ni a los tuyos.

46. El Señor considera importantísimos a nuestros niños y a las madres que los traen al mundo. Las embarazadas realizan una de las labores más importantes que hay: ser los instrumentos de los que se vale nuestro Esposo para crear nueva vida. Herencia del Señor son los hijos, y cosa de estima el fruto del vientre. No obstante, como todos sabemos, el Enemigo se la pasa combatiendo la voluntad de Dios, y cuando una está embarazada —tanto si el embarazo es normal como si hay complicaciones— por lo general es blanco del Enemigo. Recurre a innumerables temores, preocupaciones y tensión física con miras a entorpecer la labor tan importante de las madres.

47. Se sienten más cansadas de lo normal. Tienen que cuidarse físicamente más de lo habitual. Tienen que comer más seguido. Necesitan dormir más. Tienen que dedicar tiempo a prepararse para la llegada de su pequeñito. Pueden experimentar molestias fastidiosas que les compliquen su vida diaria. Es probable que emocionalmente se sientan menos estables de lo acostumbrado. Quizás se consideren una carga para el Hogar‚ sobre todo si el embarazo se complica y se ven obligadas a guardar cama o trabajar menos.

48. Y claro, hay muchos otros detalles de los que es muy fácil preocuparse. Por ejemplo‚ si podrán conseguir todo lo que necesitan; entre otras cosas, los alimentos necesarios para que tanto la madre como la criatura se nutran lo suficiente, un buen hospital y una buena matrona; o quizás se acerque el día del parto y se vean obligadas a cambiar de médico. Se preguntarán si el bebé está saludable y desarrollándose como debe; les preocupa que no les salga saludable.

49. Si son madres solteras, puede que les preocupe el que no vayan a encontrar un padre para su hijo o alguien que las ayude a criarlo. O que el tener un hijo tal vez vaya a afectar sus posibilidades de encontrar pareja más adelante, que tal vez otros las encuentren menos atractivas, sensuales o agradables. Tal vez no cuenten con una persona que les ayude a cuidar de su niño y se preocupen preguntándose cómo se las arreglarán para hacer su trabajo además de cuidarlo. Y también hay preocupaciones a futuro sobre si podrán o no seguir llevando la misma carga de trabajo que hasta ahora. Piensan que se pueden ver obligadas a cambiar de trabajo al tener que ocuparse más en el cuidado del bebé, al menos por una temporada.

50. El Enemigo las tienta a preocuparse por las enfermedades, las cuentas, el costo de los trámites legales, todo lo que acarrea viajar con niños, el alojamiento, los materiales educativos que van a hacer falta, y tantas otras preocupaciones que infunde el Enemigo‚ y que cuando se está embarazada se hacen muy grandes.

51. Pues Peter y yo les decimos que estamos muy orgullosos de ustedes por animarse a traer al mundo a esos pequeños, ya que, como expresaron tantas veces el Señor y Papá, ellos son la esperanza del futuro y una de las cosas más valiosas que tenemos. Son parte de nuestro testimonio que demuestra que somos capaces de vivir todos juntos en familia y que el Señor siempre velará por nosotros.

52. Él nunca los abandonará, ni a ti ni a tus hijos. Ama a tus pequeños más que tú misma, y por lo tanto proveerá para todas sus necesidades y para las tuyas. Su Palabra dice: «Invoca a diario el poder de las llaves mientras inviertes en tus hijos, y proveeré para cada necesidad». Puedes contar con Sus promesas.

53. Oramos que el Señor esté proveyendo cuanto necesiten‚ y sabemos que lo hará si siguen confiando en Él e invocando Sus promesas. Son Sus bellas esposas, que dan a luz criaturas para Él, y por tanto velará por ustedes pase lo que pase. Algún día se alegrarán de haber aceptado soportar esas pequeñas incomodidades para darle más hijos a Jesús. Así es: ¡esas molestias les parecerán nimiedades en comparación con las enormes recompensas que recibirán a cambio!

54. Algunos buscan como locos el personal que aún les hace falta para completar sus equipos ganadores, a fin de cumplir el objetivo de su Hogar y llevar a cabo los ministerios que consideran que deben desempeñar. La mies siempre es mucha y los obreros siempre pocos, pero el Señor de la mies está al tanto de la necesidad, y conforme oran‚ enviará en el momento que considere oportuno los obreros que sabe pueden ocupar esos puestos.

55. Peter y yo también animamos a los que están en campos de misión alejados —como Rusia, China, África y otros territorios difíciles a los que pocos quieren ir a hacer los sacrificios necesarios para ganar a los perdidos—‚ diciéndoles que estamos muy orgullosos de ustedes. Se cuentan entre los grandes a los ojos de Dios, y también a los nuestros. Siguen año tras año al pie del cañón, dependiendo siempre de la provisión y protección de Dios, y pidiéndole la motivación y el ungimiento que tanto necesitan.

56. Esos campos de misión tan rigurosos son también de los más fructíferos, precisamente porque están tan repletos de ovejas y hay tan pocos que estén dispuestos a sacrificarse para ir a ganarlos. Ustedes son profetas del Fin y quizás sean la única voz en el desierto que guíe a las ovejas al redil. Gracias por ser fieles al llamado de nuestro Esposo a pesar de las dificultades. Nunca dejará de darles todo lo que les haga falta para cumplir Su voluntad.

57. Si llevan poco tiempo reclasificados, es posible que se sientan inseguros o incómodos en su nueva situación, en su nueva condición, dudando si seguirán siendo necesarios o útiles o si aún se los quiere y aprecia como antes. Pues no les quepa duda, amados, de que el Señor, lo mismo que Peter y yo, los queremos, necesitamos y valoramos mucho a cada uno y su amor. Los admiramos por el servicio que prestan a Jesús, sea cual sea su nivel de afiliación.

58. A veces me pregunto si algunos pensarán que lo decimos para quedar bien, y cuando les decimos que los queremos y admiramos independientemente de su nivel de afiliación no se lo toman tan en serio como nos gustaría. Entiendo que a algunos les cueste creer que los queremos tanto como siempre, y ni más ni menos que a los que forman parte de la Familia DF. Ojalá pudiera hacérselo entender. Lo único que se me ocurre que podría ayudarlos es contarles algo que le pasó a una pareja joven de MC, y cuál fue nuestra reacción.

59. Una vez recibimos un correo electrónico de una joven madre en el que nos daba la tristísima noticia de que su bebé acababa de irse con Jesús a raíz de un accidente. Como se imaginan, y como saben algunos de ustedes a quienes les ha tocado vivirlo, perder un hijo es una de las experiencias más duras que se puedan vivir. Es dolorosísimo; es devastador; es traumático, y te deja en un estado de shock, inestabilidad emocional y desesperanza total. Y prácticamente en todos los casos, al menos al principio, viene acompañado de un profundo sentimiento de culpabilidad‚ porque siempre piensas que pudiste haber hecho más mientras vivía, haberlo querido más o cuidado mejor. Uno mismo tiene ganas de morirse. Ya no le encuentra sentido a la vida. Son tantas, tantísimas emociones; la mayoría de lo más negativas. Cuando pasa algo así, el Enemigo saca toda la artillería y dispara con ganas.

60. Una de las primeras cosas que hizo esa joven madre pocas horas después de que su pequeñito se fuera con el Señor fue tomarse el tiempo para derramarnos su corazón a nosotros, sus padres en el Señor, su rey y su reina. Lo primero que quiso hacer, lo que consideró más prioritario, fue escribirnos para contarnos lo que acababa de ocurrir y desahogarse con nosotros, considerando que la comprenderíamos y podríamos ayudar.

61. Y ese día, cuando recibimos su carta, ella y su marido se convirtieron también en nuestra prioridad. Tanto nosotros como nuestros hermanos de Servicios Mundiales oramos por ellos; algunos de nuestros conductos recibieron Palabras de Jesús para hacérselas llegar. No lloraron solos. Los acompañamos en su dolor. No nos importó a qué círculo de la Familia pertenecieran. No los hubiésemos sentido más cerca ni los hubiésemos amado más, ni hubiésemos orado más por ellos si hubieran pertenecido al círculo de discípulos, o incluso si hubiesen vivido con nosotros en nuestro propio Hogar o se hubiese tratado de nuestros propios hijos carnales.

62. Para que se enteren de la fe que tuvo esa joven colaboradora, resulta que concluyó la carta diciéndonos, en medio de un llanto casi incontenible: «Sé que algún día no solo podré dar gracias a Dios por haberme concedido esa vidita, sino por llevársela de vuelta consigo».

63. Mientras reflexionaba sobre esa afirmación‚ pensé: «¿Se puede tener más fe?» Para mí‚ es una de esas declaraciones tan monumentales como para quedar registrada en el Cielo, junto con las de aquel gran hombre de fe, Job‚ que declaró: «El Señor dio, y el Señor quitó; sea el nombre del Señor bendito».

64. Sé que ella no creía que tuviera tanta fe. ¡Lo más probable es que pensara que tenía menos fe que nadie! Pero es que, como ven, el Señor no ve las cosas como nosotros, sino de un modo muy diferente. Si, aun cuando no sientas sino confusión y dolor, eres capaz de decir: «Confío en que sabes lo que haces, Jesús», porque en el fondo tienes la certeza de que Él lo hace todo bien, eso se llama fe. Mucha fe. Dios siempre te susurra Su verdad al alma‚ que Él sabe lo que hace, y esa es una realidad sobre la que te puedes apoyar aun cuando las circunstancias te digan todo lo contrario.

65. Les aclaro también que el Señor dijo muchas veces a esa pareja por medio de diversos conductos que ellos no tenían la culpa de lo que había pasado. Que no era culpa de nadie; simplemente había llegado el momento predeterminado de que esa criatura regresara a la casa del Padre. Ese había sido el plan aun antes de que naciera. Eso era lo que habían dispuesto juntos el niño y su Padre celestial, y por lo tanto, se cumplió.

66. Y aunque el Señor no se hubiera servido de ese accidente para llevarse al pequeñito de vuelta a Casa, habría sucedido otra cosa, porque ya le había llegado el momento de regresar al Cielo. Y ahora que cumplió su misión en la Tierra, puede darle la mano a Jesús y está más cerca que nunca del corazón de sus queridos padres terrenales, estableciendo una conexión mucho más estrecha para ellos entre el ámbito terrenal y el celestial.

67. Disculpen que me haya apartado un poco del tema central, pero es que quería que entendieran lo mucho que queremos a esa parejita y lo cerca que nos sentimos de ellos. Son nuestros hijos, los consideramos familia, y los hubiéramos tratado exactamente igual aunque no hubieran estado en la Familia. ¿Los sorprende? Pues si les choca, les recomiendo que acudan al Señor con apremio y le pidan que les renueve el entendimiento y les ayude a cambiar de actitud.

68. En fin, mejor cambio de tema para dirigirme a otros que también han vivido batallas muy intensas. Seguramente sus batallas serán muy distintas de las que experimentó esta joven pareja, pues sin duda coincidirán conmigo en que perder un hijo as algo bastante poco habitual, que no sucede muy seguido. Gracias a Dios, esa pareja se aferró a Él y siguió luchando en medio del dolor.

69. Pero tus batallas pueden ser igual de graves para ti si, por medio de ellas, el Enemigo pretende conseguir que abandones tu corona o menosprecies tu puesto de servicio, que te apartes de la fe y te hundas en el desaliento. Recuerda que el Señor sabe qué hacer en nuestra vida para mantenernos unidos a Él‚ para que nos fortalezcamos espiritualmente y para enseñarnos lo que tenemos que aprender a fin de hacernos mejores discípulos.

70. Por intensa que se ponga la batalla, cada una tiene su finalidad. La mayoría hemos pasado batallas muy intensas y otras no tan intensas en diversos momentos de nuestra vida. No podrían ser siempre batallas de envergadura, porque de lo contrario sería demasiado difícil salir adelante. El Señor nos ayuda a crecer y a aprender ni más ni menos lo que sabe que necesitamos por medio de las batallas menos intensas‚ las cuales, en el momento en que las pasamos, pueden llegar a parecernos mayúsculas.

71. El Señor programa incluso las batallas que pueden parecer leves comparadas con las que atraviesan otros para que den el buen fruto que hace falta en su vida. Incluso ciertas batallas aparentemente menores pueden suponer una lucha a brazo partido por la vida espiritual o incluso la física para quienes las viven. Es que, lo que uno mismo enfrenta a modo de batallas encarnizadas y profundos análisis de conciencia que lo hacen progresar espiritualmente son justo el resultado directo de algo que permite el Señor que pase en la vida de uno, mientras que puede que obre de forma muy distinta en la vida de otro para ayudarlo a madurar.

72. Puede que hayas vivido un cambio de ministerio, y que lo que te toca hacer ahora te resulte mucho más difícil o suponga un reto mucho mayor que el que encarabas antes; quizás ni te guste mucho que digamos y extrañes tu trabajo anterior. Recuerda lo que dijo Papá de la importancia de perrsistir y que a la larga el Señor bendice y premia nuestra constancia. Recuerda también que Papá solía decir que no te preocupes si no estás contento con la situación, ¡porque si aguantas un poco, tarde o temprano cambiará!

73. Si has sido víctima de chismes maliciosos —ya sea por algún malentendido o por un informe inexacto‚ o quizá por algún error o metida de pata tuyos—‚ recuerda que Jesús conoce tu corazón y sabe también la verdad. El sabe lo duro que es que lo juzguen y critiquen a uno, y también sabe cómo hacer para que al final todo se arregle.

74. Por lo que más quieran, por el bien de sus seres queridos y por el amor de Dios, así como por amor a Peter y a mí, que para que ya no tengamos que enterarnos más de estos tristes casos de personas que han salido tan lastimadas, rueguen al Señor que los ayude a dejar de esparcir chismes. Entiendo que hay muchos detalles jugosos sobre las personas y su vida privada que pueden llegar a resultar muy interesantes como tema de conversación, pero ¿acaso quieren perjudicar a alguien adrede y hacer que se desanime al punto de querer desistir o hasta abandonar el servicio del Señor? Supongo que no querrán cargar con algo así en su corazón ni en su conciencia, ¿verdad? Así de serio es.

75. Quizás te hayan etiquetado y no veas cómo puedes zafarte de esa reputación. Tal vez hasta te lo merezcas porque es así como te has comportado antes, o tal vez esa etiqueta sea totalmente injusta y no tengas ninguna culpa. Sea como sea, siempre hay oportunidad de empezar de nuevo. Puede que a los demás se les esté haciendo difícil tener fe en que vas a cambiar, pero Peter y yo estamos convencidos de que puedes, porque no nos cabe duda de que Jesús es capaz de transformar a cualquiera. Y si lo que tiene que cambiar es la forma en que te ven los demás‚ Jesús también es capaz de revertir eso, porque Él puede transformarlo todo.

76. Piensen en las personas que conocen y fíjense a ver si se les ocurre aunque sea una —entre sus amigos o los hermanos de la Familia que hayan conocido— que ha cambiado ostensiblemente. Y después, dense cuenta de que aunque tan solo una persona haya cambiado de manera tan espectacular, eso debe de ser señal de que también hay otros que pueden cambiar de un modo igual de radical.

77. El Señor está cambiando bastante a muchos. Conozco personalmente a muchos que viven en Servicios Mundiales y han experimentado transformaciones positivas importantes en los últimos meses o años. Entonces, si coincidimos en que es posible que se operen cambios importantes en la vida de uno, ¿no les parece que pueden pedir al Señor que los ayude a estar abiertos a la posibilidad de que otros cambien, por difícil que les parezca a ustedes en algunos casos? ¿No podrían pedirle al Señor que los ayude a aceptar que una persona haya cambiado y no mirarla más con los mismos ojos de antes‚ sino con ojos nuevos? Mirarla dando por sentado que ha cambiado y procurar verla a través de ese nuevo lente. O, si aún no ha efectuado los cambios, tener fe en que el Señor es capaz de hacerlo. Tal vez Él esté esperando a que ustedes se pongan a orar.

78. Cuando oran de todo corazón por las personas y por su crecimiento espiritual no solo dan lugar a que el Señor obre milagros en su vida, sino que les ayuda a no juzgarlas tan duramente y a manifestar una actitud más positiva hacia ellas. La oración es un regalo de amor por los demás, y deben orar siempre por quienes lo necesitan. Todos somos de carne y hueso; tenemos nuestras debilidades, y debemos por tanto orar los unos por los otros para fortalecernos. Por lo que más quieran, no les fallen al Señor y a sus compañeros; al contrario, oren por el progreso y los milagros que les hacen falta, confiando en que Él los hará.

79. Si consideras que has fracasado en algo, ya sea en algún trabajo en particular o un ministerio que emprendiste, o crees que has cometido errores en tu vida o perdido la motivación —o quizás no es que consideres que has fallado sino que, en efecto, has fallado y la has embarrado—, recuerda que al Señor le encanta valerse de los débiles y los quebrantados. La única forma en que concibe tus fracasos es como oportunidades de aprendizaje, peldaños hacia el progreso y el crecimiento. Ve de una manera muy diferente a como vemos nosotros en la carne. Aunque también podemos aprender a ver nuestras debilidades y hasta nuestros fracasos desde Su perspectiva de modo que hasta nos alegremos de nuestros defectos y metidas de pata y demos gracias por ellos.

80. Mediante esos errores el Enemigo procura desanimarte por completo, que pierdas toda esperanza, mientras que el Señor pretende convertirte en una persona mejor, más humilde y sabia. En alguien que aprenda de sus errores y fracasos y se esfuerce por volver a levantarse e intentar una vez más. Esa es tu situación: tú decidirás quién gana. ¿Quieres que sea el Diablo o el Señor? Los dos están a la espera de que decidas. Está en tus manos; sólo tú puedes tomar esa decisión.

81. O quizás te parezca que ya no tienes edad para llevar la vida del discípulo o misionero, y que te estás quedando atrás porque ahora los jóvenes están relevando a los mayores. Puede que te parezca que tus aportes ya no sirven de mucho, no son tan necesarios como antes. O quizás se te haga difícil trabajar al ritmo de antes porque físicamente estás más débil, o incluso tu agilidad mental o tus talentos ya no son lo que eran.

82. Hay un lugar para ti, y una necesidad para lo que tienes para entregar a esta Familia y al servicio del Señor. Quizás el trabajo que el Señor te tiene preparado para esta etapa de tu vida sea diferente a lo que hacías antes, pero diferente no es sinónimo de inferior. Deja que el Señor te ayude a ver lo bueno y las posibilidades que encierran las ocasiones que se te presentan. ¡Permítele ayudarte a ver lo mucho que puedes aportar!

83. ¡Todo se reduce a tener fe en nuestro Esposo! No se te ocurrirá pensar que te ha tenido tantos años en la Familia para luego tirarte a la basura y dejarte hecho pedazos, cansado e inservible, ¿verdad? ¿Qué pasó con tu fe en las muchas promesas que viene haciéndoles desde hace tantos años? Y me refiero tanto a la generación más joven como a los de las mayores; todos necesitamos más fe en lo que está obrando el Señor en nuestra vida, como también en la de los demás. Es dueño de la situación y no defraudará a nadie‚ sea cual sea su edad. Él sabía bien que llegarías a la edad que tienes y no espera que ahora te retires, ni tiene planes de dejarte inactivo. ¿Está claro?

84. Nos tiene preparadas tareas muy, pero muy importantes a todos, así que no quiero que digan ni piensen siquiera: «Ah‚ claro, Mamá, para ti es fácil decirlo porque eres la Reina y cumples una función importante, de modo que no tienes motivos para sentirte inútil». Pues para que se enteren, quizás en parte ocupo este lugar en la Familia porque tengo fe, y más les vale a ustedes también juntar algo de fe para estar a la altura del trabajo que el Señor les tiene preparado. Puede que no sea exactamente lo que se esperaban, puede que a sus ojos no parezca importante‚ que ni siquiera sea lo que creen que quieren, pero lo cierto es que el Señor les tiene reservada una misión importante, un papel esencial que quiere que desempeñen, y tienen que comenzar a empaparse de la Palabra para que les aumente la fe viendo lo que ha dicho el Señor.

85. Nadie tiene una excusa válida para andar débil en la fe, porque, como bien saben, la fe viene de la Palabra. De modo que si se llenan el corazón y la mente de la Palabra y hasta escuchan Palabras personales del Señor tendrán la fe que necesitan. Y esa fe se contagiará a quienes los rodean, de modo que, independientemente de las circunstancias y de lo que esté haciendo o aprendiendo la generación más joven‚ ustedes sus padres se den cuenta de que se los necesita muchísimo, que cumplen una misión importantísima y Jesús se valdrá más que nunca de ustedes. Prepárense para la forma en que los va a emplear en el futuro aprovechando para fortalecerse ahora.

86. Si te ha tocado cuidar de un ser querido enfermo, y sobre todo si se trata de una enfermedad crónica o a largo plazo, de algo muy doloroso o debilitante, puede que te desanimes mucho o a veces hasta te frustres o batalles con sentimientos de culpabilidad. A veces es más difícil ver sufrir a alguien a quien se ama que sufrir uno mismo‚ y se preferiría sufrir en su lugar. No puedes, pero Jesús sí puede; eso fue en parte lo que se propuso al vivir y morir por nosotros, y Su gracia sobrenatural basta para hacer frente a toda necesidad.

87. O si tú eres una de esas personas a las que nos referimos que combate alguna enfermedad muy dolorosa o prolongada, tal vez tiendas a pensar que nunca se acabará‚ o que no podrás aguantar mucho más tiempo sin caerte a pedazos. Algunos incluso batallan contra dolencias o impedimentos físicos incurables, y seguramente el Enemigo intentará convencerlos cada tanto de que eso los hace menos necesarios o de que el Señor y los demás los quieren menos que al resto, lo cual no es verdad. El Señor tiene un lugar para cada uno —en Su corazón y Su servicio—, y nosotros también.

88. Mientras meditaba sobre esta charla que les preparé y pensaba en este tema y en los que padecen enfermedades o limitaciones incurables, me vino a la memoria la historia de Tommy. Y pensé: «Pero claro, Señor, podrías pedirle a él que nos hablara para que nos cuente él mismo lo que vivió».

89. Me imagino que todos saben a qué Tommy me refiero; es todo un personaje en la Familia. Se trata de aquel niño paralítico que se tomaba la molestia de escribir versículos de la Biblia en papelitos y los tiraba por la ventana para que los recogieran los transeúntes. Ese chiquillo ha pasado a la historia por su fidelidad y perseverancia, por su negativa a darse por vencido y su disposición para hacer lo que estuviera a su alcance, aunque no lo considerara gran cosa. Sin embargo, el Señor lo veía de forma muy diferente.

90. Seguramente siempre habrán pensado que se trataba simplemente de un cuento con una buena moraleja. Pero voy a presentarles a Tommy y a dejar que él mismo les cuente que esa situación que él consideraba tan pequeña, tan insignificante, terminó resultando muy grande e importante a los ojos de nuestro Esposo y Señor:

91. (Tommy:) ¿Cómo están todos? ¡Soy Tommy! A lo mejor pensaban que lo mío no era más que un cuento para niños o una ilustración de un libro de cuentos, como les acaba de decir Mamá. No me molesta si me ven de esa forma, porque sé que cada vez que pensaban en mí se acordaban de que animaba a la gente, y eso es en realidad lo más importante.

92. Siempre fui un niño enfermizo‚ así que no es que me sorprendiera mucho que digamos cuando llegó el día en que no pude moverme más. Lo que más pena me dio fue ver sufrir a mis padres, porque sabía que me querían mucho y eso los ponía muy tristes. Hacía de todo para animarlos y ayudarlos a no preocuparse tanto, hasta que un día hice un dibujo en un papelito y debajo del dibujo escribí un versículo de la Biblia, y se lo di a mamá. Cuando vi lo contenta que se puso, me di cuenta de que había algo que podía hacer por las personas a pesar de ser paralítico: podía dejar huella en la vida de los demás. Hice lo mismo con mi tía, que a veces vivía con nosotros, y a ella también le gustó.

93. Y entonces empezó en serio mi ministerio de animar a la gente. Tenía una biblia; tenía lápiz y papel y sabía escribir; que es exactamente lo que me pasé horas haciendo a partir de ese momento. Luego tiraba mensajitos de ánimo a quienes pasaban ante mi ventana. Oraba por cada papelito que llevaba la Palabra de Dios para que ayudara mucho a quien lo encontrara. Las Palabras de Dios animaron y bendijeron a muchos.

94. Dios me encargó un ministerio, por frágil que estuviera, y muchos se salvaron y cobraron ánimo porque creí y obedecí; se transformaron muchas vidas. Y Dios hará lo mismo por cualquiera que de verdad quiera servirlo y esté dispuesto a luchar por el ministerio con que Él quiere bendecirlo. Como mi amigo Tyler, otro santo difunto que está en el Cielo, y que también vivió ahí en la Tierra. ¡Oye, Tyler! ¿No tienes algo que decir a la Familia?

95. ¿Qué tal?, soy Tyler. Me pasé la mayor parte de mi vida terrenal postrado, y mi familia tuvo que hacerse cargo de mí. Uf‚ había momentos en que me desanimaba por completo y me creía un verdadero inútil y una carga para los demás. Pero, ¿saben una cosa? El día en que mi vida de verdad empezó a tener sentido fue cuando dejé de intentar hacerlo todo con las fuerzas de mi cuerpecito debilucho y me concentré en la vida que Dios me había dado y las personas que me rodeaban, que en el fondo eran lo más importante.

96. Empecé un ministerio de oración y rogaba por cada persona cuyo destino se cruzaba con el mío, aunque simplemente me cruzara con ella por la calle, o alguien con quien hablara mi madre por teléfono, o alguien sobre quien leía en el periódico... o las enfermeras y los médicos que me cuidaban, la gente que conocía en el hospital, mis parientes y amigos y los feligreses de mi iglesia que iban a visitarme. ¡Había gente por todas partes! Estaba rodeado de personas y lo único que tenía que hacer era orar por ellas.

97. Mi ministerio de oración me dio una segunda oportunidad de vivir. Comencé a sentirme verdaderamente útil‚ porque sabía que orar era una de las cosas más importantes que podía hacer por los demás. Muchos me agradecieron mucho que rogara por ellos; me decían que dependían de esas oraciones. Iban a visitarme para decirme por lo que querían que orara. Increíble, ¿no?

98. El Señor me concedió que viera muchas respuestas a mis oraciones mientras estaba en la Tierra‚ y me mostró muchas respuestas más cuando vine al Cielo. Algunas aún se están respondiendo, y es maravilloso saber que la vida de las personas mejoró porque oré por ellas.

99. Si personas como Tommy y yo le pudimos ser útiles al Señor, tú también puedes. No desistas ni aceptes negativas. Lucha por tu ministerio, sea lo que sea que Dios quiera que hagas, y nunca te arrepentirás. Algún día verás los frutos de tus labores en la Tierra. (Fin del mensaje).

100. ¿Saben una cosa? Ha habido muchos a lo largo de la historia a los que algunos de ustedes hubieran mirado con desprecio, o de los que hubieran pensado que no servían para nada, que más les hubiera valido darse por vencidos porque no podían hacer nada por Jesús ni obtendrían recompensa alguna. Si pudieran verlos ahora‚ a aquellos que padecían enfermedades graves o tenían que guardar cama por invalidez, que no podían ni caminar o en algunos casos ni hablar, que vivían postrados… si pudieran hablar con ellos ahora se darían cuenta de lo equivocados que estaban. Se darían cuenta de que ciertas tareas que parecen muy pequeñas e insignificantes y que tal vez sean las únicas que pueden desempeñar son de las más importantes a los ojos de Dios. Por eso les recomiendo que cambien de actitud, amados.

101. Es posible que te parezca que tienes menos que aportar que otros, o al menos que es así como te ven los demás, y que por eso termines sintiéndote inferior. Pues si te parece que te han dejado de lado, o que no te han tenido en cuenta para lo que a tu criterio es un puesto más destacado o importante, anímate pensando en que lo que hace que este Reino marche son las personas más insignificantes, pues cada una es necesaria para que la Familia esté completa y salga adelante.

102. Ni los puestos ni los títulos reflejan el amor y desvelo de Dios por Sus criaturas. Son sencillamente funciones, tareas que hay que cumplir, y el Señor sabe muy bien a quién llamar y en qué momento. La única manera de ser verdaderamente felices y encontrar satisfacción en Su reino es hacer aquello que Él llama a hacer.

103. Eso sí, amados, por favor no vayan a pensar que menosprecio las batallas que surgen cuando escogen a otro para algo con lo que se habían ilusionado muchísimo, o incluso para cumplir una función en la que consideraban que podían desempeñarse mejor, o que se la merecían. Sé muy bien que esas batallas pueden llegar a ser muy, pero muy difíciles de superar; sin embargo, Jesús puede ayudarlos. De eso no me cabe duda. Con el poder de las llaves y los ayudantes espirituales que Él les ha dado, y con el poder que viene con la alabanza y de amarlo íntimamente, pueden superarlo. Pueden ser felices y contentarse.

104. Y si me lo permiten, ahora me voy a salir un poco por la tangente para decirles que a veces el Señor coloca en ciertos puestos a personas que en realidad no son capaces de ocuparlos con la eficiencia con que lo harían otros. A decir verdad, son muchas las veces que lo hace. Da esos puestos a personas que no parece que estén a la altura del trabajo, y uno se pregunta por qué no se lo dieron a fulano de tal, que está mucho mejor preparado y tiene los dones y hasta la experiencia necesarios. ¿Por qué? Ahí tienen otro caso en que el Señor ve desde un punto de vista muy diferente al nuestro.

105. Tiempo atrás, cada tanto Peter y yo nos preguntábamos lo mismo con relación a que el Señor nos haya escogido a él y a mí. Nos preguntamos exactamente lo mismo: «Pero Señor, ¿por qué no confiaste esta misión tan importante a personas más capaces que nosotros?» La verdad es que ni Peter ni yo somos muy talentosos que digamos en los aspectos en que por naturaleza se nos ocurre que deberíamos serlo‚ o en lo que se esperaría de los líderes de la Familia. Desde luego que no tenemos la mayoría de los talentos que tenía Papá. A cada rato nos comparamos con Papá. Es esa mala costumbre de sentirnos inferiores en que todos caemos de vez en cuando. Y en lo que me atañe a mí en particular, yo diría que soy la menos talentosa‚ la menos dotada y la menos capaz de ocupar este puesto.

106. Hace poco le decía al Señor: «La verdad es que no tengo dones y soy muy débil. Tengo muchos defectos y constantemente meto la pata. Soy muy tonta.» Y es verdad. No sé hacer nada. Hay muchas cosas que no entiendo. A veces hasta cuando me leen un editorial de un periódico no lo entiendo. Prácticamente carezco de experiencia mundana. Y hasta lo que aprendí hace tiempo en el colegio se me ha olvidado casi del todo, salvo lo que es mecanografía, taquigrafía y gramática, que es lo que me ayuda a corregir las BN. ¡Gloria a Dios por eso!

107. Casi podría decir que me tienen que tratar como a una niña y enseñarme cómo se hacen las cosas o ayudarme a hacerlas. Hasta lo más simple que trato de hacer en la computadora, o incluso cuando se me ocurre cambiarle las pilas a la linterna o abrir y cerrar una puerta con llave; les sorprendería cuánto me cuesta hacer todo eso. Es que casi no sé hacer nada por mi cuenta. Nunca me sale nada bien, ni aun lo que pienso que ya domino. Ni lo más sencillo me sale bien; a los demás sí les sale bien‚ pero a mí no. Y ni siquiera puedo echarle la culpa a mi mala vista, porque cuando intento hacer algo de eso‚ tengo los ojos de lo más bien. Aunque me duelan, tengo la vista clara‚ por lo que doy gracias al Señor. Total que no puedo justificarme de esa manera.

108. El caso es que le dije al Señor: «Está claro que no tengo ningún don o talento; ¿para qué me has dado este puesto?» Y Él, sin molestarse siquiera en refutar mi afirmación de los pocos dones que tengo, me respondió: «Tu don más destacado es preguntar tanto».

109. En fin, ¡gloria a Dios! Es cuestión de sacarle el mayor provecho posible a nuestros rasgos positivos, y desde entonces me esfuerzo por formular las preguntas precisas para que Él me dé las mejores respuestas, en lugar de andar preocupándome por las muchas cualidades que no tengo o por lo que no sé hacer.

110. Aunque solo tengas un don, si lo empleas para la gloria de Dios, practicas para emplearlo mejor y aprendes a sacarle el máximo provecho, el Señor considerará que has sido fiel.

111. Por eso, si al igual que yo te parece que no tienes muchos talentos‚ te aconsejo que te concentres en los dones espirituales que te ha dado Dios. Aunque solo tengas uno‚ como podría ser el de amar al prójimo, o el de poder ponerte en su lugar o manifestar compasión, haz eso con toda el alma. Lo que importa no es lo que no tienes, sino lo que tienes y lo que hagas con ello.

112. En fin, me fui un poco por las ramas y hablé de otros asuntos, pero quién sabe‚ tal vez será importante para alguien. Pero volvamos a lo que estaba resaltando de que a veces el Señor escoge para ciertos puestos a determinadas personas que parecen las menos indicadas.

113. Si lo piensan un poco, seguramente con toda esa sabiduría espiritual que tienen y su vasto conocimiento de la Palabra darán con la respuesta acertada. Es que el Señor sabe bien que alguien que se cree incapaz‚ que considera que no está a la altura de la labor, que en efecto no es muy capaz que digamos en lo que a talentos se refiere, que no reúne los requisitos, probablemente manifestará mucha más humildad y dependencia del Señor, y tendrá que acudir a Él para no meter la pata. Vendría a ser lo contrario de quien es hábil y lo sabe; se trata de las desventajas de tener talento.

114. Empecé tratando de animar a quienes se quedaron sin nada —sin el puesto que esperaban o algún reconocimiento— y se sienten inferiores a otros. No sé si lo que he dicho les habrá servido de consuelo, pero no olviden que el Señor lo hace todo bien, y que hay un principio espiritual que debemos tener en cuenta por encima de todo: Romanos 8:28. Si no lo creen de todo corazón, les recomiendo que supliquen al Señor que los ayude a aceptarlo y a creer de verdad que todo redunda en bien de ustedes que le aman y le sirven.

115. ¡Y eso de la inferioridad! Es que, en nuestros Hogares donde vivimos juntos con tanta gente‚ una de las tentaciones más grandes es la envidia o el sentimiento de inferioridad. Se podría decir que es la tentación en que más caemos. No tengo tiempo para hablar ahora del tema, pero se han publicado muchos consejos excelentes que les serán muy útiles si los estudian con oración, pidiendo al Señor que los ayude a incorporarlos en su vida.

116. Conozco a varios que han conseguido victorias monumentales en este sentido. Solían compararse mucho con los demás negativamente‚ y han ganado unas victorias tremendas. Por eso, no me cabe la menor duda de que el Señor también puede dárselas a ustedes.

117. Bueno, si me pongo a predicarles o les doy un minisermón con cada tema que toco, no voy a acabar nunca. Y si acabo, lo más probable será que se me duerman a mitad de camino. Y quiero que las personas a las que tengo programado dirigirme hacia el final de esta charla estén bien despiertas cuando les hable.

118. También podría darse el caso de que, por el contrario, se te haya llamado a ocupar un puesto que suponga mucha responsabilidad y que preferirías no haber aceptado. Si hace poco te han llamado a ser orientador o te han invitado a formar parte de una de las juntas, o si tu Hogar te ha elegido miembro del consejo directivo, o quizás ahora eres pastor regional, es posible que te sientas agobiado por el peso de la responsabilidad. Quizás batalles con una sensación de ineptitud, o creas que quienes considerabas tus amigos ahora te hacen el vacío mientras se acostumbran a aceptar tus nuevas funciones.

119. Ser líder supone cargar una cruz muy pesada, sin lugar a dudas. Puede llegar a ser un ministerio muy solitario, pero si es lo que Dios quiere para ti, si te ha llamado a ser líder, no te quepa duda de que no solo es capaz de ungirte, sino que lo hará, por incapaz que te sientas. Y mediante el poder de las llaves puede ayudarte a lograr todo lo que exige tu trabajo, así se te haga una montaña y te parezca que te queda grande.

120. Las hermanas que están en plena menopausia encaran una serie de retos y batallas. Hasta cierto punto, es probable que se sientan frustradas, desanimadas, débiles o inseguras mientras pasan por una etapa tan delicada de la vida. Las entiendo, porque sé muy bien lo que es sentirse sin las suficientes fuerzas físicas, mentales o espirituales y conozco el desaliento que acompaña esas sensaciones. Yo también me he sentido así en algunas ocasiones.

121. Confíen en el amor del Señor. Crean de todo corazón que las ama y necesita, y que aceptará gustoso lo que puedan ofrecerle. Crean que las ayudará a lograr lo que de verdad sea necesario. Puede darles la gracia para aguantar y salir adelante airosas en los momentos más difíciles.

122. Quizás seas padre o madre sin pareja y tengas que vivir procurando hacer y ser todo lo que necesiten tus hijos. Si tu mayor deseo es tener a alguien con quien compartir tu vida y tu corazón, aparte de la carga del pastoreo y la responsabilidad que supone criar a esos regalos que te ha hecho Jesús, sigue aferrándote a la fe, y el Señor te dará lo que necesites por los medios que considere mejores. Te ama y vela por ti, y no te dará más de lo que seas capaz de soportar. Te dará una salida.

123. Si no tienes pareja y por eso no tienes tanta vida sexual como necesitas, entiendo que eso puede ser asunto de batallas. Ya sea porque donde vives no haya nadie de tu edad‚ o ninguna persona que esté dispuesta a atender esa necesidad en la medida en que lo deseas, es muy fácil frustrarse. Es fácil desanimarse consigo mismo, o criticar a los demás y esas actitudes que uno considera egoístas y faltas de amor, o hasta dudar del amor del Señor por ti.

124. Jesús está muy al tanto de tu necesidad, y aunque ahora no tengas acceso a tanto como te gustaría tener en la carne, a la larga te lo compensará con creces. Y si le das la oportunidad de amarte de la manera íntima en que Él desea, como un Amante, puedes dar por hecho que satisfará tu necesidad a Su manera y en el momento en que considere más oportuno, aunque tenga que recurrir a experiencias insólitas o hasta sobrenaturales.

125. Es posible que batalles con la clásica prueba de la vida de fe: la dificultad para que llegue el dinero a fin de mes. Ya sea porque estés emprendiendo algo nuevo y vaya despacio‚ porque no haya ido bien tratando de ampliar las bases de sustento, o quizás porque se estén agotando algunos recursos y los amigos y sustentadores de siempre ya no dan tanto como antes. Sea cual sea la razón de la escasez y la lucha por mantenerse a flote, sigue vigente la promesa del Señor de que proveerá cuanto les falte.

126. Ya saben por experiencia que no ha dejado al justo desamparado ni a Su descendencia mendigando pan, y tengan la certeza de que, aunque no lo vean, velará por ustedes. Los sacará del hoyo si se ciñen a Sus exigencias y a lo que les manda para hacerse acreedores a Sus bendiciones económicas. Él siempre premia la obediencia.

127. ¿Has dudado de la Palabra‚ del amor del Señor‚ del mundo espiritual, de algún aspecto de la historia de la Familia y sus métodos o algo por el estilo? No dejes que el Enemigo te convenza de que solo por eso no eres discípulo o creyente. A lo largo de la historia, muchos de los grandes hombres y mujeres de la fe, e indudablemente muchos de tus compañeros de armas de la Familia, hicieron frente al monstruo de las dudas.

128. Es simplemente una prueba, mis amores, y el Señor siempre permite que se nos ponga a prueba. Así que no se desanimen. Las dudas no indican que ya no se tenga fe. Es más, pueden convertirse en una excelente oportunidad para abrirse al amor del Señor y a la fe con más fuerza que nunca si se acude a Él con toda el alma entregándose humildemente a las amorosas manos del Buen Pastor.

129. ¿Se han echado atrás algunos de tus seres queridos que servían al Señor contigo, y se han apartado por otro camino? ¿Han escogido su propia vía, incluso quizás la de la incredulidad, o peor aún, y lo que es más doloroso para ti, se han vuelto enemigos?

130. Sé como se sienten, mis amados compañeros. Es una de las pruebas más extremas del discipulado, porque queremos tanto a los que llevan nuestra propia sangre y a nuestros amigos que perder esa relación estrecha y esa profunda comprensión mutua de la que disfrutábamos puede ser muy doloroso, y no hablemos ya de la angustia emocional que te invade cuando esas mismas personas se ponen a combatir lo que antes amaban. Y peor aún cuando encima uno se vuelve blanco de sus ataques y calumnias.

131. Lo único capaz de guardar tu corazón y tu mente en esas pruebas es la gracia sobrenatural de Dios y el poder de las llaves. Esa paz que sobrepasa todo entendimiento es real y podemos refugiarnos en ella (se lo digo por experiencia).

132. Si eres joven y no vives cerca de otros de tu edad con quienes puedas pasarlo bien‚ es probable que sientas bastante soledad y desaliento. El Señor quiere que nos divirtamos y seamos felices, pero algo que tiene que enseñarnos en la vida es a encarar las épocas de abundancia con la misma gracia que las de sequía.

133. Para todo hay su momento y su lugar, y por lo menos puedes tener la certeza de que si ahora atraviesas una época de sequía no durará para siempre. El Señor conoce tus necesidades, incluida la de diversión‚ así como la de aprender a salir adelante en las pruebas que te manda. Cuando lo considere oportuno, llenará todos tus vacíos, te lo prometo, con tal de que aguantes y le seas fiel.

134. El Señor acaba de recordarme algo más para comentar sobre este tema. Creo que se aplica a cualquier batalla o dificultad que tanto tú como otros puedan estar pasando. Tiene que ver con la alabanza‚ con esforzarse de todo corazón por agradecerle las muchas bendiciones que se tienen y todo lo que hace por nosotros, aparte de alabarlo por las dificultades que no nos ha tocado enfrentar. Da unos resultados milagrosos. Aunque las circunstancias no cambien, sin duda las hace más llevaderas.

Continúa en la BN 1158

© La Familia Internacional, 2005